domingo, 8 de agosto de 2010

Lorenzo Helguero

Lorenzo Helguero

XXIII

Quiero escribir, pero me sale espuma…

César Vallejo


Escribe con la punta del zapato,
escribe lo que sea, pero escribe,
escribe con el puño, en arrebato
de sapiente animal: almuerza y vive.

Mide –opcional– la sílaba y la rima
y ordena como quieras tu estructura,
llega de un salto a la alcanzable cima
de la alada palabra que fulgura.

Mira voraz, y sensualmente toca
la palabra; colócala en tu boca
y engúllela sin sal y con la pluma.

Escribe, aunque incomode el nuevo modo
escribe con la frente y con el codo:
poeta, escribe, y que te salga espuma.



TARBALENGUAS

No tres tristes tigres, sino uno solamente, un tristísimo tigre tratando de treparse tercamente a tu tejado de estrellas, un tigre tartamudo y trapecista atravesando la tarde para transitar por tus talones, un tigre o tal vez un Tristán intrigado por tus trigonometrías de senos y trambuesas, por la belleza intraducible que muestras Beatriz entre trenzas y temblores, un tímido tigre que trina para ti, tigresa dogaresa donde se traba mi palabra.



POEMA DE COMPAÑIA EN GEORGETOWN UNIVERSITY

Esta no es mi ciudad.
En mi ciudad no llueve y no hay otoño
ni ardillas aplastadas por los autos.

Sin embargo estas tú
tú vestida de noche debajo de este cielo
tú vestida de verde a punto de ser agua.

¿Pero quién eres tú?
¿Un espejo, una abeja de cristal
zumbando quedamente en medio de mis ojos?

Tú eres esa niña que en la lluvia
deja caer la sal y las palabras.
Tú eres la extranjera.
Tú seguiste mis pasos hasta aquí
para dejar tu pecho
en la casa nocturna de los grillos.

Tu boca, tus cabellos, tu memoria.
Tú serás mi ciudad.



MI CASA

memoria ha logrado abrir su puerta:
la arquitectura del recuerdo traza
en esta tarde repetida y muerta
la forma irrepetible de mi casa.
Está incrustada en mí, pero está lejos
-nos separan el tiempo y la distancia.
Aún recuerdo los cuadros y los viejos
libros corsarios que leyó mi infancia.
Mi cuarto, el de mi madre, el pasadizo,
el naranjo, el jardín, la sala, el piso
de piedra, las paredes de madera;
todo se fue. Me busca en el recuerdo
lo que perdí y cada día pierdo:
mi casa que no es mía y no me espera.



OFRENDA

Te doy todo de mí: mi dentadura,
mi pecho atormentado por el asma,
mi cadáver despierto, ese fantasma
que se empeña en hacer literatura,
la inmensidad de despertar y verte,
los vellos de mi pierna y de mi mano,
mis cánceres futuros y el humano
temor a la certeza de la muerte.
Te entrego todo, aun el alfabeto
de mi sílaba impar, el apellido
que me encierra en la letra y que me nombra,
las inciertas moradas de mi sombra,
mi indecible silencio, mi sonido
y el verso en que se muere este soneto.

El poeta en la presentación de un libro

Helguero nació en Lima en 1969. Ha publicado los libros de poemas Sapiente lengua (Lima, 1993), Boletos (Lima, 1993), Diario de Darío (New Brunswick, 1996), Bessián o el abismo (Lima, 1996) y El amor en los tiempos del cole (2000). Obtuvo el Primer Premio de Poesía en los Juegos Florales de la Pontificia Universidad Católica en 1991. En el 2008 ganó el premio de Novela Corta del BCR "Julio Ramón Ribeyro".

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